domingo, 31 de octubre de 2010

La flor de la tentación

Cuántos días tuve el lecho de tu ser,
cuántas veces dimos calor al sentido de nuestra unión,
jugamos al parecer a despertar instintos,
que se empeñan en mostrase ocultos,
vagando en un subconsciente dormido,
que pierden la vergüenza con el amanecer de nuestro fervor...
Es la impetud, es la fogosidad, es el arrebato, es el apasionamiento,
es el delirio, es el frenesí que produce tu cuerpo de mujer…
Corta el ritmo de mis latidos con tu insinuación,
mira y paraliza con tu voz, con tu alma de amor,
con la piel que te envuelve y que el capricho pintó de canela,
con la delicadeza de un virtuoso que sacó de él el mejor de los deseos…
Deseos de ti que llevo conmigo y me vuelven deseoso de tenerte,
de darte lo mismo que me proporcionas sin saberlo y sin quererlo me lo ofreces,
deseo descubrirte ante mí, deseo romper, adentrarme en tu físico
y mezclar con excitación todo lo que el silencio guarda por nosotros,
hundiendo mi ser en tu ser,
mi espada forjada en tu cáliz de pétalos rojos como la sangre,
beber el vino de esa copa dorada que viertes de placer incontenido,
que contengo y contendré por la eternidad,
porque eres para mí lo que yo para tí...
Almas gemelas...


José María Fernández vega


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