Pájaros
que vuelan raso en el olor de la primavera
y se hielan ante el frío descomunal de la
indiferencia,
en
la caída naranja del sol,
los
pensamientos son como la piel que se eriza
y
de ella fluyen tú y yo y yo y tú y los dos…
Durante
la intemperie se rompen las lágrimas
como
el cristal desvanecido,
sus
restos son los tiempos grabados a fuego lento
que
implican pensar que ya eres, que ya no eres…
Se
deshojan a la suerte los recuerdos como una margarita
los
pétalos vuelan indecisos, no saben dónde ir,
puede
que a un puerto descolorido,
puede
que a un prado adormecido,
puede
que a un sueño prometido…
José
María Fernández Vega