sábado, 26 de febrero de 2011

Luces de bohemia

Luces de bohemia
veo por perlas en el candil de tus ojos
que encienden el fuego
que de mí corazón se desprende,
como el rumor de un tibio riachuelo
sonido hechicero desde tu garganta,
que a mis oídos cautelosos
embrujas con tu sensual sonata,
ni las estrellas presumidas
que pintan de oscuro el firmamento
para realzar aun mas su brillo,
ni la sombra plata de la luna que se cobija
como la panza de una ballena en el vasto océano,
pueden compararse a la brisa cálida
de tus pestañas color azabache
que desprenden aires de recuerdos
y fortalece con tu anhelo mi espera,
ansiado camino que a su fin ha de llegar
y dejar el vacío tan profundo,
ese que marca tedioso tu ausencia,
sólo el tacto de la piel profunda
y el arraigo del ensueño
vuelven placidas tus horas
que sin ti no entiendo
ni quiero un comprendo,
son estos versos endiosados los que hablan de ti,
una vez más…


José María Fernández Vega


martes, 22 de febrero de 2011

En la soledad

Escucho triste una melodía con son de tango,
entre horas que confundo con blancos inviernos...
En el eterno recuerdo,
hojas verdes de primavera
sujeta por raíces valientes  y ramajes crecientes,
fuentes de la rivera…
Aguas de cristal, frondosas y abundantes
por los ríos del tiempo y el caudal de la espera...
Es la soledad la que viste de paciencia el letargo
de una vida verdadera…


José María Fernández Vega


domingo, 13 de febrero de 2011

Confieso

Durante la tenue vigilia, en aquellas horas donde la luz era proyectada por nuestro fuego desbordado, como lo hace un candil que luce en la más absoluta oscuridad… En esos letargos donde el susurro regresa con la fina voz que de tu garganta emanaba y llega sin compasión al recuerdo intacto que dejó tu pasión… Vuelves… Traes contigo el brillo de plata que robaste de mis ojos que observaban detenidos en tu desnudez que, hacía de lo sombrío el más grato y cálido de los paraísos terrenales… Rosados y carnosos fueron tus besos que cubrieron sin pudor la piel de quien fue tu más fiel espectador… Retozamos en mares de sábanas maquilladas de seda y de luna… Traducimos el lenguaje corporal en insinuación que escribimos al aire para que lo guardase bajo un secreto inconfesable… Confieso que recorrí palmo a palmo tu tersa carne de diosa andina, poro a poro tu dulzura de mujer que ofreciste como yo ofrecí mi entrega total y desmedida para sentir nuestro encuentro como doradas llamas bailando un cortejo de efusión, para sentir el gozo de placer que intercambiamos hasta la cuna del alba… Sucumbimos al embrujo, bailamos entrelazados, tendí mi deseo sobre tu deseo… y tú deseosa de él no me dejaste escapar para retener mi fervor, mi arrebato, mi hervor, mi intensidad… Nuestra respiración envuelta en agitación, hablaba por nosotros que, sumidos en la más profunda exaltación, saqueaba nuestras palabras para transformarlas en flagrantes clamores de júbilo y excitación… Confieso que durante esas interminables  noches desperté en tus sueños y comprendí que soñar es tener y tenerte es más un sueño…


José María Fernández Vega


miércoles, 9 de febrero de 2011

Estrella de medianoche

Estrella de medianoche que llega surcando mareas de sueños,
cubierta de fina y transparente seda de cuentos de luces y anhelos,
dama de la luna que se refleja en su agua cristalina
y mira como narciso su belleza encandilada,
de cuerpo celeste y deseo sensual,
guía de mi vida y madre de mi sed,
rebosa pasión incontenida que desborda mi cauce,
cautivadora y seductora,
domadora de mi control y pensamiento que maneja con una sola pretensión,
dulce por antojo de quien hizo la sal su miel y el terciopelo tu piel...
Estrella de medianoche,
guía de navíos repletos de esperanzas y plegarias,
llenos de amados que esperan sus tersas amadas en orillas que,
de espuma blanca como tu reflejo,
colorean la arena que divisas,
desde allí...
desde el firmamento que te tiene en su lecho infinito...


José María Fernández Vega


martes, 1 de febrero de 2011

Entre mis letras

Ni largas hordas feroces,
ni desoladas regiones por legiones romanas enteras,
o el océano embravecido y el viento en cólera,
juntos… ambos…
bajo una tempestad rabiosa e implacable y llena de furia
que vacía su ira con el genio de un final,
ni cientos de muros como cielos de altos,
o el huracán más sediento y hambriento,
ni el vasto abismo de arena tan plácido como despiadado,
ni siquiera un lejano día, o un triste adiós,
o el temor al olvido, por oscuro que sea,
ni el vacio de la nada, ni nada de nada…
por más que nombre y pierda el tiempo divagando,
lograrán que este poeta impida tenerte entre sus letras…


José María Fernández Vega