sábado, 30 de abril de 2011

El amor verdadero

El amor verdadero, es sincero y afable,
nunca perece, es largo como
el recuerdo intacto, no es envidioso,
no crea disputas, es comprometido y
desinteresado y ciego como el mármol…
Es verdad que inunda como un raudal de paz,
de calma y sosiego y tranquilidad
y no pregunta por incordiar y tiene la extraña manía
de escuchar con atención, porque de sus palabras
brotan luces y suenan campanas y música…


José María Fernández Vega


lunes, 25 de abril de 2011

Y se fue...

Y se fue,
se marchó tal como vino,
se alejó igual que llegó,
de la misma forma,
sin llamarla, sin pedirlo,
se alejó…

Ya no está quien tuvo que ser
la flor más distinguida del jardín,
la savia del tronco erguido,
la raíz del árbol frondoso,
el alma esperanzadora,
el aliento de la energía,
la dama de la noche,
el rayo dorado que corona las nubes grises del invierno,
el pétalo púrpura de la rosa,
la brisa azul del océano,
la lluvia cristalina del verano,
los primeros brotes alegres y joviales de la primavera,
y toda una vida entera…

Se fue,
como se marcha la marea dejando huérfana la orilla en su arena,
como el grito desesperado en el horizonte que nunca acaba…

Se marcharon,
el tosco rosado del otoño,
la paciencia de cada segundo que transcurren en la consciencia,
la virtud de sonreír al pensar que pensamos juntos…

Me quedé sólo…


José María Fernández Vega


lunes, 18 de abril de 2011

Tierra prometida

Es el sol quién baña tu nombre,
en su costa de luz y su mar azul
se mezcla con su cielo azul,
con la sal de la marea, con el blanco de la arena,
con el verde de la arboleda, con su aroma a brisa y a pinar,
y el amarillo de tu sol deslumbrante y brillante,
sofocante y paciente, arropa la tarde
en la que nunca se esconde…

Yo te echo de menos
por no tenerte a cada instante
y me siento egoísta por quererte
como a mi semblante, te guardo
con mis sutiles palabras que llevo por bandera
y agito alegre de orgullo…

De tus letras surgió un Nobel
y el mundo se rindió a sus pies,
como yo me rindo ante ti madre mía,
por eso te escribo tierra mía,
para prometerte que ni la lejanía
borrará de mí ni un ápice de toda tu maestría…

Quizás en la opulencia y tu riqueza,
se guarde el secreto de magia y antaño
que hace de la marisma tu emblema y enseña…


José María Fernández Vega


domingo, 17 de abril de 2011

Incierto este destino

Cuando el destino habla,
no sabe lo que dice,
no mira a quien atiende,
no se pierde en plegarias,
no es emisora de lo que queremos
desesperadamente escuchar,
no separa el océano,
no une continentes,
no prohíbe, no aleja,
no acerca, no vive…

En el umbral de la victoria caí de rodillas,
la vi en el camino, en el firmamento que pierdo,
serán tardes vacías y recuerdos completos…


José María Fernández Vega


En nuestros sueños

Y recordaré que en nuestros sueños
te tuve para siempre, que oiré
por siempre tan dulce voz
y exquisita sonrisa, anhelo tu silencio,
añoro el camino hacia las estrellas
que construimos sin saberlo
y sin saber caímos en las redes
de nuestros sueños y soñamos,
que imposible no se construye con nada
y posible es un imperio, lo es todo,
quiero y puedo,
quisimos y pudimos,
quisiste y lo hicimos…
Por mi parte, seguiré soñando
en este silencio que me rodea
y acompaña a esta oscuridad
que me ronda y planea…


José María Fernández Vega


Ausencia

Blanca y nevada, es fría y helada, torpe e inoportuna, mal invitada, acude como el viento, sin ser llamada, testaruda y rígida como una mula, parlante de habladurías dignas de un loco que profetiza el futuro y aclara el fin del mundo, engaña sueños, destroza ilusiones, amarga esperanzas, libera demonios, derramadora de cuentos con palabras necias y vacías de sentido, alentadora de bailes sin ritmo que sin son, se mueven como parados que viven inquietos… Inquietud es lo que siento en tu ausencia… Nerviosismo, desocupado, vertido en sandeces, amigo de la banalidad, creyente de la desesperanza, ausente de las letras que arropan con calidez como un manto en la intemperie, madre del tiempo que vuelve longevo un segundo y eternos los cortos minutos… Ausencia… esa es la palabra…


 José María Fernández Vega


Un último adiós

En un último adiós,
no tendría palabras que decir,
no interrumpiría al silencio que, de sabio que es,
siempre dice lo justo y oportuno con letras
que nunca pude escuchar,
dejaría mi boca vacía, muda,
para que mis ojos narraran lo que mi alma clama,
volvería atrás en el tiempo una y otra vez,
para no vivir un último instante,
para hacer eterno lo que nació
terrenal y mortal, efímero y perecedero,
pararía el miedo para decirle que,
aun no llegó su momento,
me sumergiría en las calles para no resurgir jamás,
negaría al recuerdo, porque recordarte
es más que una pesadilla,
es una idea necia, es una vida sin respirar,
es una agonía irónica, es una broma mala, pesada y espesa,
detendría al sol en la tarde,
en su media naranja cortada por el filo marítimo,
que derrama su sangre en la plana inmensidad,
pintaría el océano de plata en noches de ausencia lunar,
taparía mis oídos y así no escuchar una última palabra,
me mordería la lengua para no despedirme en un último anhelo,
cerraría mis ojos con planchas de acero para no ver
lo que nunca quise vivir, en su lugar,
pediría al ciego que mirase, al mudo que hablase
y al cojo que caminase, al enfermo que sanase
y al adiós que se esfumase…
No sé decir adiós…


José María Fernández Vega


sábado, 9 de abril de 2011

Navío errante

Si no hay luz que guie el camino,
ni trazo que marque la senda victoriosa,
puede que me halle perdido
y no vea más allá del límite de mis párpados,
aunque quizás, sin el rumbo marcado,
encuentre el puerto donde atracar y
arriar las velas de este barco errante de sentimientos,
vacio de paredes donde el eco late
como un corazón sin pálpito,
o puede que la luz sea un fuego extinguido,
carbón vuelto cenizas de llamas
que un día fueron fogatas y hogueras,
fuegos y lumbres que dieron calor y cobijo
a desconocidos sin nombres que derramaron
rojo fervor como la sangre brotante,
como el crepúsculo en su cumbre…


José María Fernández Vega


jueves, 7 de abril de 2011

Iván

Nació una primavera aquel día de verano,
elegiste el sol para nacer y él,
te  iluminó con su sonrisa, la luna te cobijó
con su manto cubierto de perlas y brillo,
las flores brotaron entre la espesura del calor
para refrescar tu llegada y llegaste,
como llega la mañana con su Rocío
empapando el verdor de las hojas
con gotas cristalinas,
como la inocencia en su ternura
que brota enérgica de tu corteza dorada
y envuelve el migajón que rellena tanta simpleza.

No es posible describir lo que narra el silencio,
y se dice en un segundo tan mudo como el mar profundo,
diría que tanto tiempo mereció la pena de la espera,
ahora sólo toca dejar que la vida siga su ciclo
y haga de la maravilla tu nombre…


José María Fernández Vega


sábado, 2 de abril de 2011

Distancia

Entre esta lejanía y yo
surgirán mil recuerdos
como mil noches y
serán pesados como el hormigón…
No serán piedras las
que limite esta Naturaleza,
si no paredes forjadas
con caminos de larga intención…
En este entonces,
me retiro, abatido,
por esta lucha sin sentido…


José María Fernández Vega