Nació una primavera aquel día de verano,
elegiste el sol para nacer y él,
te iluminó con su sonrisa, la luna te cobijó
con su manto cubierto de perlas y brillo,
las flores brotaron entre la espesura del calor
para refrescar tu llegada y llegaste,
como llega la mañana con su Rocío
empapando el verdor de las hojas
con gotas cristalinas,
como la inocencia en su ternura
que brota enérgica de tu corteza dorada
y envuelve el migajón que rellena tanta simpleza.
No es posible describir lo que narra el silencio,
y se dice en un segundo tan mudo como el mar profundo,
diría que tanto tiempo mereció la pena de la espera,
ahora sólo toca dejar que la vida siga su ciclo
y haga de la maravilla tu nombre…
José María Fernández Vega
elegiste el sol para nacer y él,
te iluminó con su sonrisa, la luna te cobijó
con su manto cubierto de perlas y brillo,
las flores brotaron entre la espesura del calor
para refrescar tu llegada y llegaste,
como llega la mañana con su Rocío
empapando el verdor de las hojas
con gotas cristalinas,
como la inocencia en su ternura
que brota enérgica de tu corteza dorada
y envuelve el migajón que rellena tanta simpleza.
No es posible describir lo que narra el silencio,
y se dice en un segundo tan mudo como el mar profundo,
diría que tanto tiempo mereció la pena de la espera,
ahora sólo toca dejar que la vida siga su ciclo
y haga de la maravilla tu nombre…
José María Fernández Vega
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