sábado, 9 de abril de 2011

Navío errante

Si no hay luz que guie el camino,
ni trazo que marque la senda victoriosa,
puede que me halle perdido
y no vea más allá del límite de mis párpados,
aunque quizás, sin el rumbo marcado,
encuentre el puerto donde atracar y
arriar las velas de este barco errante de sentimientos,
vacio de paredes donde el eco late
como un corazón sin pálpito,
o puede que la luz sea un fuego extinguido,
carbón vuelto cenizas de llamas
que un día fueron fogatas y hogueras,
fuegos y lumbres que dieron calor y cobijo
a desconocidos sin nombres que derramaron
rojo fervor como la sangre brotante,
como el crepúsculo en su cumbre…


José María Fernández Vega


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