lunes, 25 de abril de 2011

Y se fue...

Y se fue,
se marchó tal como vino,
se alejó igual que llegó,
de la misma forma,
sin llamarla, sin pedirlo,
se alejó…

Ya no está quien tuvo que ser
la flor más distinguida del jardín,
la savia del tronco erguido,
la raíz del árbol frondoso,
el alma esperanzadora,
el aliento de la energía,
la dama de la noche,
el rayo dorado que corona las nubes grises del invierno,
el pétalo púrpura de la rosa,
la brisa azul del océano,
la lluvia cristalina del verano,
los primeros brotes alegres y joviales de la primavera,
y toda una vida entera…

Se fue,
como se marcha la marea dejando huérfana la orilla en su arena,
como el grito desesperado en el horizonte que nunca acaba…

Se marcharon,
el tosco rosado del otoño,
la paciencia de cada segundo que transcurren en la consciencia,
la virtud de sonreír al pensar que pensamos juntos…

Me quedé sólo…


José María Fernández Vega


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