lunes, 18 de abril de 2011

Tierra prometida

Es el sol quién baña tu nombre,
en su costa de luz y su mar azul
se mezcla con su cielo azul,
con la sal de la marea, con el blanco de la arena,
con el verde de la arboleda, con su aroma a brisa y a pinar,
y el amarillo de tu sol deslumbrante y brillante,
sofocante y paciente, arropa la tarde
en la que nunca se esconde…

Yo te echo de menos
por no tenerte a cada instante
y me siento egoísta por quererte
como a mi semblante, te guardo
con mis sutiles palabras que llevo por bandera
y agito alegre de orgullo…

De tus letras surgió un Nobel
y el mundo se rindió a sus pies,
como yo me rindo ante ti madre mía,
por eso te escribo tierra mía,
para prometerte que ni la lejanía
borrará de mí ni un ápice de toda tu maestría…

Quizás en la opulencia y tu riqueza,
se guarde el secreto de magia y antaño
que hace de la marisma tu emblema y enseña…


José María Fernández Vega


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