Brota de su jardín motivos florales de aromas y corales.
Crece el sentir, el creer y el vivir.
Luchan por no hundir lo que el capricho del tiempo ha querido unir.
Ella andina, el latino. Ella misteriosa y maravillosa, el apasionado y maravillado.
Cierran sus castaños ojos, abren las puertas al corazón y la percepción.
Alargan sus manos y en la distancia rozan sus débiles dedos sin temor.
Se síenten en la lejanía de la distancia,
rompen la barrera de lo físico
y vuelan su intensidad en mareas de nubes de sensibilidad.
José María Fernández Vega
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