domingo, 31 de octubre de 2010

Cuando comienza el fin

Sigue tu instinto,
escucha tu corazón,
persigue tu sueño,
vive tu realidad,
 pero no dejes pasar de largo las oportunidades
que la vida, un día cualquiera, te brinda,
porque puede ser que se conviertan en parte de tu sueño…


Es tu vacio el que me hace incompleto,
es el por qué de tu ausencia que entiendo pero no comparto,
es la situación que no comprendo,
no la pedí en ningún momento…
Temo que el gélido viento no se lleve tu recuerdo
y permanezca espeso conmigo, como el mal silencio,
como la niebla que cubre de blanco el vasto campo en la aurora
y hace perder su color de primavera.
Fueron largas noches de plata,
aquellas en las que le robe al sueño horas en su plácida morada
y que jamás se las devolveré porque sólo fueron nuestras,
las que compartimos sin pedir, las que otorgamos sin querer,
y nos ofrecimos como adolescentes en su primer, dulce, rosado e inocente amor.
¡Te prometí la lucha! ¿Por qué buscas la derrota?
¿Por qué no mantienes lo que un día nos ofrecieron?
¿Acaso la suerte no fue suficiente?
Que es mayor la desdicha que nos separa que  la dicha que nos dio unión.
Veo el umbral del final sobrepasado, desde el otro lado.
Son mis dedos, lánguidos,
los que escriben ordenados por mi somnolienta cabeza.
Es mi alma, triste,
la que se despide agitando su mano al alba.
Es mi corazón, amargo,
el que dice un adiós sin regreso, entre negras lágrimas.
Es mi esperanza, alentadora,
la que me dice que te espere paciente en el país de nuestros sueños…


José María Fernández Vega


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