domingo, 3 de julio de 2011

Dos estrellas

De noches de tormenta y relámpago súbito,
surgieron dos estrellas que nacieron de una madre única,
del útero de la vida y vida fue en renglones que parecieron torcidos,
parecieron, porque alabo a la inocencia divina y eterna,
de lo que parece errado y sólo es sabiduría vuelta y oculta…

Una, la más tardía, cubierta por cabello tan  negro como el carbón
y fino como el hilo elaborado, su sonrisa,
se contagia como la risa colectiva,
se viste con la curiosidad más sencilla y mira con los ojos
marrones del cacao, la otra, la primera,
cubierta por el fuego y aclarada en su mirada
por el océano más pacífico,
tejida en piel dorada como el pan recién hornado,
cumple las veces de señor de las tierras que, junto al sur,
se encuentran al norte…

Juntas se revuelven como el mar en remolino
y separadas se extrañan como el recuerdo y el olvido,
como la semilla y el trigo,
como la solución y el acertijo,
como la madre y los hijos…


José María Fernández Vega


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