En la latitud del confín,
en la ladera del fin,
en la rivera de la espera,
tuvo un encuentro que
ni esperado ni planeado,
sólo fue el deseo de no pedir nada…
Cuánto se vio en el púrpura de la tarde
y en el rincón opaco de la penumbra
y en la primera alborada…
Fue al romper el alba
donde los sueños y anhelos eran uno,
fue en el ocaso, donde la luz acaba
y se prende la vela que ilumina el paraíso desconocido,
luz luchadora de inerte y pesada oscuridad…
en la ladera del fin,
en la rivera de la espera,
tuvo un encuentro que
ni esperado ni planeado,
sólo fue el deseo de no pedir nada…
Cuánto se vio en el púrpura de la tarde
y en el rincón opaco de la penumbra
y en la primera alborada…
Fue al romper el alba
donde los sueños y anhelos eran uno,
fue en el ocaso, donde la luz acaba
y se prende la vela que ilumina el paraíso desconocido,
luz luchadora de inerte y pesada oscuridad…
José María Fernández Vega
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