miércoles, 4 de mayo de 2011

Claroscuro

Cuerpo mojado de dudas vivas y sangrantes,
crecientes en noches de luna llena
y menguantes en licores de vasos sobrantes,
dicen que yace observando desde la grada de la montaña
el galope de su caballo huérfano
de paciencia y rebosante de rencor
que se guarda y esconde y oculta
bajo las sombras donde nadie lo ve,
ni los grillos, ni las luciérnagas, ni los de ambulantes,
ni los despistados que desconocen por dónde andan,
y cuando se muestra es como la ficción que
ahonda en la verdad, triste verdad, mísera verdad,
pero sólo es verdad, es el escaparate
de una sentencia anunciada, de un cuerpo celeste
que tiñó el horizonte errante con sonrisas y lágrimas
y recuerdos que no se borran y marchan al antojo
de una nueva memoria intacta basada en el pasado,
y sin querer, el presente dejó de ser alegre y vivarón.
Cuentan que ya no está, que se marchó sin decir adiós…


José María Fernández Vega


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