sábado, 6 de noviembre de 2010

Unidos por la esperanza

Son las palabras que habla mi mente,
es el relato que escribe mi corazón con sangre y espíritu,
es la tinta que derramo de fervor
al recordar nuestra historia que cuento a boca llena,
a los cuatro vientos, a todos los sordos dementes del mundo
que escuchan atentos y no pierden detalle…
Tragicomedia, diría…
Pero es el amargor el que relata estas letras, no es tu amor,
es el mal sabor que me impregna tu ausencia,
es la impotencia de no poder luchar
y tener que rendirme bajo una ofuscación impropia de mí…
Es como blandir una espada al aire sin tener nada que sesgar,
es como ser valiente y no haber miedo que vencer…
Fueron días de vida consumada que nadie entendió… y no importó…
¿Qué más da que la gente juzgue?
Jamás comprendieron que fue la simpleza,
la que conquistó nuestros pétalos rojos y complejos de vidas tan dispares
y que nosotros distinguimos volviéndolas similares…
Fue el sentir lo que nos unió como enamorados en su primer abrazo,
sentido y eterno, cálido y estrecho, puro y limpio…
Nos reflejamos en un cristal transparente como un manantial,
en el que nos miramos a los ojos para vernos el alma…
Comprendimos que en la esencia de nuestras palabras,
no hubo mal que las empañara… Sólo nos unió…
Nuestra viva esperanza…


José María Fernández Vega


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